jueves, 31 de julio de 2008

Something

Something in the way she moves,
Attracts me like no other lover.
Something in the way she woos me.
I don't want to leave her now,
You know I believe and how.


Somewhere in her smile she knows,
That I don't need no other lover.
Something in her style that shows me.
I don't want to leave her now,
You know I believe and how.


You're asking me will my love grow,
I don't know, I don't know.
You stick around now, it may show,
I don't know, I don't know.


Something in the way she knows,
And all I have to do is think of her.
Something in the things she shows me.
I don't want to leave her now.
You know I believe and how.

The Beatles
Album Abbey Road

viernes, 18 de julio de 2008

¿La tienen más larga los súbditos de Bruce?

(tenía que pegar este post... jajaja)

Es vox pópuli: los fans de Springsteen creen que la tienen más larga que los demás.
¿Con motivo o pura sugestión? ¿Será que apenas escuchan otras cosas? ¿Qué les da en directo el Presidente Bruce para provocar tal ebullición genital?
Visto el concierto/convención de la Nación Springsteen anoche en Madrid, una cosa bastante impresionante, recapitulemos. He aquí el manual del Presidente en cómodos fascículos:
Intensidad máxima. Cada canción se interpreta como si fuera la última. El concierto empieza a terminarse en el minuto uno. A un climax le sucede otro, y sólo se permiten dos descansos de 30 segundos en tres horas. El resto ha de ser abrumadoramente torrencial. Y lo es.
Himnos en cadena. Da igual que tres cuartos de Humanidad piense que demasiadas de sus canciones parecen la misma: cuando de temperatura emocional se trata, el material funciona aunque sea a base de convicción. Incluso lo más coñazo. Y si se atisba monotonía, el tipo encadena 'Born to run', 'Bobby Jean' y 'Dancing in the dark', y sanseacabó.
Despliegue energético. Bruce va de EPO hasta las cejas, estoy seguro. Ni Mick 'Nasarre' Jagger, el yonqui de la soja, llega a tal nivel en escena. El cúlmen: carrera de lado a lado del escenario y al suelo sobre las rodillas. Yo sería incapaz. Tú también. Ayer pareció que Bruce iba a petar a mitad de carrerón, pero lo hizo. 58 tacos. Acojonante.
Juego de personajes. El tío hace de maridito hogareño con Patty Scialfa, de colega juerguista con Steve Van Zandt, de novio acaramelado con la habitual espontanea con la que baila (ayer, una muchacha pospúber de trencitas, truhán), de amigo del alma con Clarence Clemons, de vaquero solo ante el peligro... Muchos Springsteen distintos, un solo Bruce verdadero.
El 'efecto Shakira'. Lo llamo así después de ver a esa brujilla en Rock in Río el otro día. Springsteen hace exactamente lo mismo: actúa como para una sola persona, y cada uno de los 60.000 que tiene delante piensa que es él. Sabe que cada centímetro de su cuerpo comunica durante esas tres horas. Y lo usa. Todo. Eso tiene un nombre: animal de escenario.
El mitin. Bruce, que cumple escrupulosamente la ley de banderas -ayer, una española y otra yanqui coronaban el escenario-, es algo más que el Presidente de la Nación Springsteen: es el guardián de las esencias de Occidente, del New Deal, de la Carta de Derechos de la ONU y de la bondad universal y tal. Ayer tocó arenga sobre los derechos humanos, y un "tenemos que luchar" leído en español. Amén.
La iglesia. La fe en Bruce -quien lleva una cruz por pendiente- mueve montañas, y varios momentos de éxtasis gospeliano salpimentan el show. En el más tronchante, antes de 'Mary's place', el reverendo pide a los fieles que levanten las manos y sientan "el espíritu". Sólo falta el "tocad la pantalla" de los telepredicadores. La respuesta de la masa, sobrecogedora.
El karaoke. Servidor vio el show ayer en la arena, a 30 metros justo frente a Bruce, y allí el sonido era malo por gaseoso: bajos saturados, agudos estridentes, una gran bola. No importó: el karaoke es generalizado. Bruce arenga 15 veces por minuto al personal a cantar, y los lo-lo-lo se suceden. El Jefe incluso deja a sus subordinados/público que rasgueen la guitarra en alguno de sus baños de masas. Dejad que las ídem se acerquen a él.
El culo. Sí, el culo. Me lo dijo mi madre la primera vez que lo vio en directo: "Vaya cuerpazo que tiene este tío, ¡y vaya culo!". Desde entonces me fijo. Y es verdad, el cabronazo mueve bien el culo. Seguro que en algún tema flojo parte del electorado se queda en el culo, y hala.
La televisión. Un concierto en un estadio es como besar a alguien por móvil: como que no. Por eso, para los que están en el quinto huevo, las pantallas son fundamentales, y Bruce no deja de guiñarles el ojo. Por momentos toca para las cámaras. Además, la banda esboza una pequeña sitcom, cantando por turnos en 'Out on the streets', y con el sofacito de Clemons sobre las tablas.
El careto de Bruce. Música aparte, el suelo del show es el careto de Springsteen, y más concretamente esa expresión tan suya como de rabia infinita o estreñimiento terminal, una de dos. Puede estar tocando cualquier chorrada de tema: ves ese jeto y, caramba, como poco impacta.
'That's entertainment'. Por momentos el escenario, sobre el que terminan 12 músicos, parece una verbena. Bruce ensaya golpes como de boxeo, se lanza sobre la gente, juega al hula hop haciendo girar su guitarra alrededor del cuello... La banda va de circo: el brutal Nils Lofgren, por ejemplo, se marca un solo salvaje dando vueltas como una peonza a toda caña. Puro entretenimiento.
El amor. Porque sí, amigos, lo que en realidad Bruce da a sus niños es amor. El suyo es un macroconcierto afectivo. Amor de clase media, basado en su autenticidad sin trampa ni cartón, y en una entrega a prueba de bomba. Snif. Me emociono.
Ya no sé qué más decir. Algo tendrá el agua cuando la bendicen. Y esta va a llenar en cuatro días el Bernabéu y el Camp Nou (dios mío: ¡dos veces!). Pereza, sí, pero la cosa tiene tintes históricos. Que los medios nos hemos pasado un poco dando la tabarra con Bruce, pues seguro...
Pero es vox pópuli: los fans de Springsteen piensan que la tienen más larga que los demás.
¿Tienen motivos? Bueno, ellos creen que sí. Y eso probablemente es lo único que importa

Springsteen se tira al público de Madrid

Anoche, junto a unos amigos que se han pegado un viaje de 600 km para disfrutar del acontecimiento, pasé una de las noches más inolvidables de mi vida. Estuvimos en el Bernabeu delante del señor jefe de todos los jefes, Bruce Spingsteen! No tengo palabras para expresar lo que fue el concierto, a parte de decir que fue la "re-leche" y la "re-hostia". Aquí os dejo que algo de prensa a cerca del tema.
Por cierto, he de añadir, que pese a sus 58 años, el tío lucía unos vaqueros que le sentaban mejor que bien!! ;)
También os dejo una fotillo del contento general ocasionado previamente por los mojitos de la Happy Hour del Fridays :)

MADRID.- Ni media hora de retraso ni un sonido de calidad más que cuestionable hicieron mella en Bruce Springsteen, que salió al Santiago Bernabéu dispuesto a comerse el escenario. Lo hizo a bocados, sin apenas pausas, a través de grandes éxitos, rarezas y complicidades con el entregado público madrileño, unas 60.000 personas que llenaron el estadio.
Venía el 'Boss' a Madrid presentar 'Magic', su último disco con la irrepetible E Street Band, y se fue con aires de clásico tras tocar más de 25 canciones entre las que cuesta destacar alguna. Porque Springsteen se acerca cada vez más al mito, es uno de los últimos animales de escenario del rock, una raza privilegiada en peligro de extinción.
Supo abrir el concierto con 'Night', una canción poco conocida de 'Born To Run', y lo hizo a un volumen atronador, quizá más por la mala acústica del recinto que por su empeño. La calidad del sonido mejoró poco a poco y, tras varios temas sin apenas descanso y mucha colaboración vocal del guitarrista Steven Van Zandt, también famoso por interpretar a Silvio Dante en Los Soprano, llegó 'Spirit In The Night'.
Fue el primer delirio de la noche, una de esas canciones hechas para el directo, repleta de subidas y bajadas que Springsteen aprovecha como nadie desde hace más de 30 años. Y, como si aún fuese un veinteañero descarado, se lanzó al público, se dejó aupar por él, bromeó y jugueteó una y otra vez. Disfrutó e hizo disfrutar.
Así, tras una extraordinaria versión de 'Summertime Blues', Springsteen se atrevió por primera vez con el español con un "hola, Madrid. Es genial estar de vuelta con mis amigos" y una felicitación a la selección de fútbol por su victoria en la Eurocopa con la que se metió a todos en el bolsillo.
Peticiones y guiños
Siempre atento a su público, el 'Boss' no dudo en recoger varias peticiones en forma de carteles. La primera de ellas fue 'Brilliant Disguise', que sonó realmente bien e incluyó un beso a su compañera y guitarrista, Patti Scialfa. Más tarde haría lo mismo con 'Cover Me'.

Decenas de espectadores alzan los brazos durante el concierto.
Entre pausas para temas ligeramente más lentos, como 'The River', y otros más bailables, como 'Out in the Street', transcurrió con calma el concierto, que prácticamente alcanzó las tres horas. En todo este tiempo, Springsteen no dejó de acercarse al público, de chocar manos, de hacer guiños, de pedir colaboración... incluso se atrevió a refrescar a los más cercanos con varias botellas de agua.
'Because the Night', mil veces versionado y compuesto junto a Patti Smith, fue el segundo y vibrante gran momento de la noche, con un largo solo de guitarra con piruetas incluidas de Nils Lofgren que hubiesen firmado muchos de los grandes de este instrumento.
No faltó el toque comprometido de un artista que ha apadrinado inciativas como 'Vote for Change'. Springsteen aseguró que en su país se han producido "recortes en derechos civiles". "Tenemos que luchar", gritó, antes de tocar 'Living in the Future', de su último disco, 'Magic'.
Una pequeña pausa que dio paso a otro de los momentos grandes de la noche: 'Mary's Place', para la que dijo necesitar la colaboración de todo el público. Quizá, junto a 'Spirit in the Night', la mejor interpretación de la noche, una vez más, entre todo tipo de mensajes hacia el público, directamente o a través de las cámaras del escenario.
Un pequeño escenario para un grande del rock
La E Street Band llegó en una pequeña furgoneta. Y subió a un pequeño escenario -comparado con el que mueven otras estrellas del rock- de tamaño más que suficiente para dar cobijo a una estrella y para iluminar uno de los estadios de fútbol más grandes del mundo.
La primera pausa larga, aunque se hizo corta por la sonora petición para que la banda volviese al escenario llegó tras una inolvidable 'Badlands' que levantó a todos los asistentes. Lo que vino después fue casi mejor: una versión de 'Jungleland' en la que brillaron el saxo del gran Clarence Clemons y la voz rota, casi 'a capella' del 'Boss'.
Una última ráfaga de rock durante la que sólo los valientes permanecieron sentados: 'Seven Nights to Rock', 'Born to Run' y 'Dancing in the Dark' dejó vía libre para que Springsteen rematase el concierto con el espectacular 'country-folk' de 'American Land'.
Y cuando más patriotismo parecía imposible, el 'Boss' sacó todo su genio, cruzó el Atlántico y llegó hasta Liverpool. Una larga y celebrada versión del 'Twist and Shout' de los Beatles puso el broche de oro a un concierto con un auditorio entregado que, sin duda, se volvió a conciliar con el mejor Springsteen.

martes, 15 de julio de 2008

Amigos

Y entonces ves cuán diferentes son entre ellos, y cuán diferentes son los papeles que cada uno de ellos toman en tu vida... Mirad sino...

Porque nunca es tarde para oír después de tanto tiempo que te quiere, y porque es muy reconfortante.

Porque uno cierra una etapa muy larga en su vida, y aunque le he acompañado a lo largo de ella, quiere que siga estando ahí para abrir y cerrar las siguientes.

Porque otro te confía su mayor secreto, y aunque con ello te condene también os une.

Porque hay otros que realizan acciones que duran sólo un instante, y aunque deberían esfumarse, se clavan adentro para siempre.

Porque hay un silencio y una nubecilla negra sobre su cabeza , y eres la única que te das cuenta al momento que te están llamando a voces.

Porque crees que eres alguien, pero resultas ser alguien más.

viernes, 11 de julio de 2008

El hastío del estío

¿A quién le gusta el verano? o mejor... ¿a quién le gusta el verano de Madrid? A mi desde luego no. Madrugones irracionales para ir al trabajo, tardes muertas con siestas infinitas, piscinas municipales y terrazas de bares atestadas, centros comerciales, rebajas,...
Y cuando llega agosto, ¡la gente se esfuma!, y a la ciudad le entra una extraña melancolía que contagia al que no ha podido desaparecer de ella...

En fin, que no se notan las ganas tan grandes que tengo de tomarme la sardinica en el chirginguito a medio día, eh Palo?, de hacer una moraga al final de la tarde en la playa, de bañarme de noche en el mar, de cambiar el coche por la bici, de jugar al voley en la playa... de estar contigo.

Esto del estío en Madrid, es un hastío :(